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La Pintura Animalista en la Argentina

  • La Pintura Animalista en la Argentina

Los testimonios de la ancestral relación del hombre y los animales que lo rodearon tuvieron un primer y adecuado soporte en las paredes pétreas de las cavernas originarias. Amigables u hostiles, los animales movilizaron la inquietud representativa de aquellos intuitivos artistas que, tras fijar la impronta de sus manos tiznadas, y al calor mágico y augural del fuego, volcaron sus afanes a eternizar caballos y ciervos, perros y bisontes, desde Altamira y Lascaux hasta los meandros patagónicos de nuestro río Pinturas.

Vertiginosos, los siglos recorrieron la historia del hombre y del arte hasta alcanzar tiempos que reconocemos como próximos. Y como constante, siempre vigente estuvo esa misma vinculación con los animales, la que estimuló algunos prodigios de creatividad como, -y son sólo dos ejemplos-, la escuela británica de los "sporting painters" (Herring, Stubbs, Mannings) y los escultores franceses hoy reconocidos como "les animaliers" (Barye, Fremiet, Bugatti), ambos en el siglo XIX.

En nuestro país, sus circunstancias históricas, culturales, económicas, dieron original preeminencia a la vida rural. En las vastas llanuras, en los montes agrestes, en la aridez de sierras y montañas, el caballo adquirió un protagonismo casi a la par de su jinete, tanto en la épica grande de los sucesos rectores de la historia, como en la crónica cotidiana y menuda del trabajo. Vacas y ovejas gestaron esa economía primaria y fundamental que configuró esa imagen, hoy perdida, de una nación próspera y promisoria.

Los artistas, desde los primeros viajeros que recorrieron el país hasta los que aquí se afincaron y los que aquí nacieron, testimoniaron esa raigal vinculación entre hombres y animales. Cada uno en su tiempo, cada uno en su lugar, no hay artista de los que hicieron de la representatividad su norte, que no haya tomado alguna vez a un animal como tema central de su obra. A quienes se especializaron en ellos, como Cordiviola, Tessandori, Canessa, hoy los distinguimos con el casi honorífico calificativo de "los animalistas". Descienden estos artistas del gran Fernando Fader, alumno a su vez del alemán Heinrich von Zügel. Fueron eximios en la tarea de amalgamar a los animales en el paisaje, a diferencia de los europeos que privilegiaron la figura del animal hasta lograr lo que podríamos denominar retrato. Hubo otros que se volcaron en dar testimonio del animal de trabajo, compañero del hombre en las faenas del campo, del puerto y hasta de las calles de la ciudad en crecimiento, como Ripamonte, Vaz, Peláez, Vidal Barros.  Nombres señeros del arte argentino, como Alice, Coppini, Carnacini y Witjens, son sólo algunos otros de los tantos que con su aporte nos permiten afirmar la existencia de una pintura animalista nacional, tema de la muestra que hoy, en la apertura de la temporada 2011 de las Gallery Nights porteñas, nos ofrece Estudio Garrido Abogados con una selección de obras de su colección Paideia.

Adrián Gualdoni Basualdo
Abril de 2011

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Colección Paideia