Eventos de Arte
Paisajes del Sur
Ha sido el paisaje el género más revisado en estas muestras a las que, en ocasión de las Gallery Nigths porteñas, convoca el Estudio Garrido Abogados. Con obras de su Colección Paideia, en estos cinco años de exposiciones hemos venido disfrutando con la mirada que los más notables artistas pusieron sobre la variedad infinita de paisajes que propone el territorio nacional.
Era ésta tanto la visión entre sorprendida y admirada de los artistas europeos que, integrando las corrientes migratorias que se sumaron a la joven nación del Plata, arribaron a estas tierras con su oficio de pintor, como la mirada más apasionada y exploratoria de los que, ya aquí nacidos, se lanzaron por caminos apenas trazados en busca de sus más atractivos rincones.
Vimos así, y el orden lo dispone solo la memoria, los horizontes lejanos de las llanuras ubérrimas en trance de ser fecundadas; el dédalo fluvial del Tigre y los múltiples canales e islotes que componen el delta del Paraná; la serenidad de Córdoba, sus sierras, sus arroyos y sus límpidos cielos; la más agreste Salta, con sus llanos y sus alturas. No faltaron las montañas andinas, ni los caudalosos ríos del Litoral. También estuvieron los pintores de Buenos Aires y sus barrios, como los que hicieron de la Boca y su puerto el leit-motiv de su labor, y los que en ambas orillas del Riachuelo sublimaron con el arte una cotidiana realidad que no siempre les era grata. Los suburbios de la gran ciudad, así como las amplias costas oceánicas y sus puertos, tuvieron a su tiempo sus propios espacios de protagonismo.
Los paisajes expuestos describieron en todos los casos el múltiple escenario que nuestra tierra propone a sus habitantes. Vida, trabajo, fervores y amores tienen siempre un paisaje contenedor que impregna el reflejo que de ellos hace el artista en sus obras.
Llega hoy el turno al sur de nuestra tierra. A ese confín patrio donde coexisten la estepa árida y hostil y la dulce belleza de los lagos y su entorno. Altas montañas, neveros eternos, glaciares que unen el presente con el pasado secular. La Patagonia en su esplendor, en la visión de artistas que la recorrieron cuando aún era un territorio virgen y desolado. Como el austrohúngaro Svetovar Franciscovich, que en sus andaduras llegó hasta el Beagle. La zona de Bariloche y el lago Nahuel Huapí fue transitada por pintores de distintos orígenes. Los italianos Reinaldo Giudici y Tomás Di Taranto, los españoles Luis Macaya, Juan Orihuel, Enrique Rodríguez, Pedro Roca y Marsal y José Roig, el holandés Jacques Witjens, el rumano Demetrio Filip y el austríaco Otón Ringer fueron, en sus tiempos y en sus circunstancias, cautivados por ese panorama tan argentino como evocador de sus paisajes raigales.
La presencia en aquellas latitudes de artistas nacionales reconoce la precedencia de Américo Panozzi, quien hizo del paisaje nevado su especialidad. Ceferino Carnacini, permanente viajero, como Vicente Indalecio Pereyra, Francisco Mariani, Carlos Binaghi y Emilio Romero, recorrieron la zona de los lagos. Luis Rádice dejo testimonios de la colonización galesa en la Patagonia atlántida, y cerrando la nómina de los artistas que componen esta muestra, la visión contemporánea de Marcela Rettig, que en su lenguaje imbricado en la plástica actual, hace una lectura acorde con un paisaje que los argentinos ya hemos integrado a nuestras vivencias más profundas.
Era ésta tanto la visión entre sorprendida y admirada de los artistas europeos que, integrando las corrientes migratorias que se sumaron a la joven nación del Plata, arribaron a estas tierras con su oficio de pintor, como la mirada más apasionada y exploratoria de los que, ya aquí nacidos, se lanzaron por caminos apenas trazados en busca de sus más atractivos rincones.
Vimos así, y el orden lo dispone solo la memoria, los horizontes lejanos de las llanuras ubérrimas en trance de ser fecundadas; el dédalo fluvial del Tigre y los múltiples canales e islotes que componen el delta del Paraná; la serenidad de Córdoba, sus sierras, sus arroyos y sus límpidos cielos; la más agreste Salta, con sus llanos y sus alturas. No faltaron las montañas andinas, ni los caudalosos ríos del Litoral. También estuvieron los pintores de Buenos Aires y sus barrios, como los que hicieron de la Boca y su puerto el leit-motiv de su labor, y los que en ambas orillas del Riachuelo sublimaron con el arte una cotidiana realidad que no siempre les era grata. Los suburbios de la gran ciudad, así como las amplias costas oceánicas y sus puertos, tuvieron a su tiempo sus propios espacios de protagonismo.
Los paisajes expuestos describieron en todos los casos el múltiple escenario que nuestra tierra propone a sus habitantes. Vida, trabajo, fervores y amores tienen siempre un paisaje contenedor que impregna el reflejo que de ellos hace el artista en sus obras.
Llega hoy el turno al sur de nuestra tierra. A ese confín patrio donde coexisten la estepa árida y hostil y la dulce belleza de los lagos y su entorno. Altas montañas, neveros eternos, glaciares que unen el presente con el pasado secular. La Patagonia en su esplendor, en la visión de artistas que la recorrieron cuando aún era un territorio virgen y desolado. Como el austrohúngaro Svetovar Franciscovich, que en sus andaduras llegó hasta el Beagle. La zona de Bariloche y el lago Nahuel Huapí fue transitada por pintores de distintos orígenes. Los italianos Reinaldo Giudici y Tomás Di Taranto, los españoles Luis Macaya, Juan Orihuel, Enrique Rodríguez, Pedro Roca y Marsal y José Roig, el holandés Jacques Witjens, el rumano Demetrio Filip y el austríaco Otón Ringer fueron, en sus tiempos y en sus circunstancias, cautivados por ese panorama tan argentino como evocador de sus paisajes raigales.
La presencia en aquellas latitudes de artistas nacionales reconoce la precedencia de Américo Panozzi, quien hizo del paisaje nevado su especialidad. Ceferino Carnacini, permanente viajero, como Vicente Indalecio Pereyra, Francisco Mariani, Carlos Binaghi y Emilio Romero, recorrieron la zona de los lagos. Luis Rádice dejo testimonios de la colonización galesa en la Patagonia atlántida, y cerrando la nómina de los artistas que componen esta muestra, la visión contemporánea de Marcela Rettig, que en su lenguaje imbricado en la plástica actual, hace una lectura acorde con un paisaje que los argentinos ya hemos integrado a nuestras vivencias más profundas.