Eventos de Arte
Walter Gavito
Línea, y luego forma y color, y finalmente volumen. Así, tan sencillamente expresada, podríamos condensar la trayectoria artística de Walter Gavito, dibujante, pintor y escultor de quie
Nacido en La Plata en 1935, Gavito comenzó precozmente su formación artística. Con sólo nueve años de edad ya lo vemos en la benemérita "Gente de Arte" de Avellaneda cursando dibujo. Tras transitar por los distintos niveles y en diversas instituciones, completó el ciclo formativo formal en 1959, cuando egresó de la escuela de arte de la Universidad platense como Profesor Superior de Escultura y Dibujo.
A partir de ahí, y hasta ahora, sus muestras en museos, galerías y salones, nacionales e internacionales, se cuentan en centenas, y nos resulta imposible señalar, en este reducido espacio, las múltiples distinciones obtenidas. Optamos por consignar sólo el premio de la Bienal de Escultura "Alberto Lagos", de la Academia Nacional de Bellas Artes (1971) y la Medalla de Oro de la asociación Mediator Dei (1986).
De las calidades de su arte dan tan elocuente testimonio las obras ante las que nos encontramos, que el cronista, prudente, amengua su voz y la reencauza hacia aspectos más soterrados del quehacer de Gavito. Nos complace referirnos, para destacarla, a su vasta actividad docente, fructificada en varias generaciones de alumnos que llevan como propia la impronta de trabajo y esfuerzo que el maestro les transmitió.
Trabajo y esfuerzo al que ya alguna vez hicimos referencia al considerar la obra de este artista. Para el escultor la épica del trabajo adquiere la condición de ineludible rutina. Conocer la materia, sentirla, como paso imprescindible para poder dominarla. Y luego modelarla, tallarla, esculpirla. Forjar con ella los volúmenes, abrir los espacios, y alcanzar así las formas intuídas.
Arcillas, maderas, piedras, soportes humildes como el yeso o suntuosos como el mármol, nuevos materiales que se incorporan con los tiempos. Desde la maza inicial hasta el herramental más contemporáneo que no excluye ciertas tecnologías de punta, siempre estarán en manos, en brazos, en la fuerza que surge de la razón y del corazón del escultor.
Una especial mención merece la vocación de este artista por el bronce como instrumento expresivo final de muchos de sus trabajos. Fundidor de sus propias obras, el resplandor de los fuegos, los avatares de tan riesgosa tarea, alumbran en Gavito el componente épico de su vida de artista.
Asumido heredero del mundo clásico, el artista basa su producción en las raíces más profundas de la representación, pero sin someter su creatividad al yugo de normas canónicas. Con el sólo límite del rigor profesional y el buen gusto, lleva a sus obras por los anchos carriles de la libertad.
Con destino de museo, o de altas colecciones privadas, las obras de Walter Gavito ya han cumplido el sino de ganarle al tiempo en su andadura y transitan con firmeza hacia un espacio de infinita permanencia.
Adrián Gualdoni Basualdo
Agosto 2013
El alma de un artista
Me costaría mucho dar un juicio acerca de la obra de Walter Gavito separando la belleza que me inspira su obra del cariño que guardo por su persona.
Y no es una frase retórica.
Siempre me llamó la atención un hecho que es típico de cualquier niño: su concepción de la belleza de su madre. Nunca pude juzgar la belleza de la mía en comparación con las demás mujeres. La madre es hermosa porque es la madre.
Pues algo así.
Colgado en mi oficina está su "Estudio para la Virgen Criolla". Tendría que reprocharle a Walter por la cantidad de tiempo que paso observándola sin darme cuenta que el reloj corre, si no fuera por el placer estético que me brinda y por el fruto espiritual que se sigue. Y siempre termino preguntándome si él es realmente conciente de la belleza que crea.
Y eso me hace pensar en toda su obra, engalanada y coronada por el arte sacro, pero distribuida en toda la variedad que podemos ver en la muestra, y que tiene como uno de sus hitos importantes el desnudo. Ya lo dije muchas veces y lo escribí en la reseña, pero debo repetirlo porque siempre me evoca lo mismo: la célebre anécdota del gran pintor renacentista Paolo Veronese que, habiéndose realmente pasado de la raya en sus imágenes, fue amonestado por la Inquisición. El esgrimió en su defensa el argumento de los desnudos de Miguel Angel en la Sixtina, y el Grande Inquisitore nada menos, personaje justa o injustamente estigmatizado en la historia como el que más, le contestó con una frase que se haría célebre: "Pero ¿tú no sabes que no hay nada en esos cuerpos que no sea espiritual?" Exactamente lo mismo podría decirse de Gavito. Todo lo que sale de sus manos está lleno de espíritu, lleno de belleza, lleno de sentido, lleno de logos.
Hay personajes que todo lo que tocan lo envilecen, incluso en el venerable ámbito del arte, y no es cuestión de hablar mal de los muertos pero todos sabemos a qué me refiero. Pues habría que decir que con su arte, nuestro querido amigo Walter todo lo que toca lo ennoblece.
Javier Bocci
Agosto 2013
n hoy Estudio Garrido Abogados presenta una inédita muestra en la que a través de una treintena de obras se refleja más de medio siglo de su fecunda y constante labor.Nacido en La Plata en 1935, Gavito comenzó precozmente su formación artística. Con sólo nueve años de edad ya lo vemos en la benemérita "Gente de Arte" de Avellaneda cursando dibujo. Tras transitar por los distintos niveles y en diversas instituciones, completó el ciclo formativo formal en 1959, cuando egresó de la escuela de arte de la Universidad platense como Profesor Superior de Escultura y Dibujo.
A partir de ahí, y hasta ahora, sus muestras en museos, galerías y salones, nacionales e internacionales, se cuentan en centenas, y nos resulta imposible señalar, en este reducido espacio, las múltiples distinciones obtenidas. Optamos por consignar sólo el premio de la Bienal de Escultura "Alberto Lagos", de la Academia Nacional de Bellas Artes (1971) y la Medalla de Oro de la asociación Mediator Dei (1986).
De las calidades de su arte dan tan elocuente testimonio las obras ante las que nos encontramos, que el cronista, prudente, amengua su voz y la reencauza hacia aspectos más soterrados del quehacer de Gavito. Nos complace referirnos, para destacarla, a su vasta actividad docente, fructificada en varias generaciones de alumnos que llevan como propia la impronta de trabajo y esfuerzo que el maestro les transmitió.
Trabajo y esfuerzo al que ya alguna vez hicimos referencia al considerar la obra de este artista. Para el escultor la épica del trabajo adquiere la condición de ineludible rutina. Conocer la materia, sentirla, como paso imprescindible para poder dominarla. Y luego modelarla, tallarla, esculpirla. Forjar con ella los volúmenes, abrir los espacios, y alcanzar así las formas intuídas.
Arcillas, maderas, piedras, soportes humildes como el yeso o suntuosos como el mármol, nuevos materiales que se incorporan con los tiempos. Desde la maza inicial hasta el herramental más contemporáneo que no excluye ciertas tecnologías de punta, siempre estarán en manos, en brazos, en la fuerza que surge de la razón y del corazón del escultor.
Una especial mención merece la vocación de este artista por el bronce como instrumento expresivo final de muchos de sus trabajos. Fundidor de sus propias obras, el resplandor de los fuegos, los avatares de tan riesgosa tarea, alumbran en Gavito el componente épico de su vida de artista.
Asumido heredero del mundo clásico, el artista basa su producción en las raíces más profundas de la representación, pero sin someter su creatividad al yugo de normas canónicas. Con el sólo límite del rigor profesional y el buen gusto, lleva a sus obras por los anchos carriles de la libertad.
Con destino de museo, o de altas colecciones privadas, las obras de Walter Gavito ya han cumplido el sino de ganarle al tiempo en su andadura y transitan con firmeza hacia un espacio de infinita permanencia.
Adrián Gualdoni Basualdo
Agosto 2013
El alma de un artista
Me costaría mucho dar un juicio acerca de la obra de Walter Gavito separando la belleza que me inspira su obra del cariño que guardo por su persona.
Y no es una frase retórica.
Siempre me llamó la atención un hecho que es típico de cualquier niño: su concepción de la belleza de su madre. Nunca pude juzgar la belleza de la mía en comparación con las demás mujeres. La madre es hermosa porque es la madre.
Pues algo así.
Colgado en mi oficina está su "Estudio para la Virgen Criolla". Tendría que reprocharle a Walter por la cantidad de tiempo que paso observándola sin darme cuenta que el reloj corre, si no fuera por el placer estético que me brinda y por el fruto espiritual que se sigue. Y siempre termino preguntándome si él es realmente conciente de la belleza que crea.
Y eso me hace pensar en toda su obra, engalanada y coronada por el arte sacro, pero distribuida en toda la variedad que podemos ver en la muestra, y que tiene como uno de sus hitos importantes el desnudo. Ya lo dije muchas veces y lo escribí en la reseña, pero debo repetirlo porque siempre me evoca lo mismo: la célebre anécdota del gran pintor renacentista Paolo Veronese que, habiéndose realmente pasado de la raya en sus imágenes, fue amonestado por la Inquisición. El esgrimió en su defensa el argumento de los desnudos de Miguel Angel en la Sixtina, y el Grande Inquisitore nada menos, personaje justa o injustamente estigmatizado en la historia como el que más, le contestó con una frase que se haría célebre: "Pero ¿tú no sabes que no hay nada en esos cuerpos que no sea espiritual?" Exactamente lo mismo podría decirse de Gavito. Todo lo que sale de sus manos está lleno de espíritu, lleno de belleza, lleno de sentido, lleno de logos.
Hay personajes que todo lo que tocan lo envilecen, incluso en el venerable ámbito del arte, y no es cuestión de hablar mal de los muertos pero todos sabemos a qué me refiero. Pues habría que decir que con su arte, nuestro querido amigo Walter todo lo que toca lo ennoblece.
Javier Bocci
Agosto 2013