Eventos de Arte
Córdoba: Sierras y Arroyos
La inmensa geografía argentina, en su diversidad de climas y de paisajes, encierra también vastas zonas de soledad y de silencio. Una de ellas, enclavada en el corazón del territorio, es la serranía cordobesa. Aún cuando actualmente es el ámbito propicio para el transitar despreocupado de amplias corrientes turísticas, hasta hace algunas décadas la piedra y la rala vegetación imponían su natural agreste, caracterizando a una región en la que la presencia humana adquiría dimensi
Equidistantes de las fértiles llanuras pampeanas y de la aridez de las alturas andinas, estos cordones serranos ponen un espacio de equilibrio y de sosiego que, en su momento, ejerció un insoslayable atractivo para una pléyade de artistas que, en el afán de recrear su natural encanto, se instalaron en sus pequeños poblados, a la vera de sus caminos, en las orillas de sus arroyos, o al amparo de sus iglesias y capillas.
Desde el mendocino Fernando Fader, que supo encontrar en el severo paisaje serrano el conjuro necesario para aventar sus fantasmas y erigirse en el nombre mayor del arte de los argentinos, hasta los porteños Aquino y Tessandori y el cordobés Malanca, muchos fueron los grandes maestros que residieron inmersos en esa luz recia y tamizada que condicionó sus paletas poniéndoles tonos inéditos en el arte nacional.
En la muestra que hoy, dentro de su ciclo de convocatorias mensuales, ofrece Estudio Garrido Abogados con obras de su colección Paideia, se rinde el homenaje de la memoración a un grupo de estos artistas que asumieron como propio el paisaje de las sierras cordobesas.
Llegaron ellos desde distintos rincones de la geografía, tanto de nuestro país como el exterior. Así, desde la ciudad y la provincia de Buenos Aires convergieron Ceferino Carnacini, Juan Carlos Faggioli, Adán Pedemonte, Armando Repetto, Angel Vena y Jorge Villar Mathis. Del interior convergieron el tucumano Vicente Indalecio Pereyra, y Fray Guillermo Butler y José Américo Malanca, nativos de Córdoba ambos. También la inmigración aportó sus valores como Enrique Rodríguez, arribado desde España, y los italianos Egidio Cerrito, Fausto Eliseo Coppini y Luigi Zago.
A sus pinceles se debe el cumplido registro del paisaje cordobés que hoy se expone en esta muestra. Visiones de las sierras y sus habitantes, sus rústicos animales, arroyos de aguas claras, los senderos que serpentean entre peñas, las huertas de florecidos frutales, mínimos corrales de pirca, y esas ancestrales capillas que ponen el testimonio de la espiritualidad en un ámbito que, como señalamos, supo ser el de la soledad y el silencio.
Adrián Gualdoni Basualdo
Julio de 2011