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Arte Sacro Argentino II
"Sólo el Espíritu, si sopla sobre la materia, puede crear al hombre", ésta es la última frase de Saint- Exupéry en "Tierra de hombres", la obra en la que el protagonista es el ser humano como tal.
Pues bien, desde que el espíritu alentó en el hombre y mientras éste mantuvo el sentido común, le fue clara la conciencia de su indigencia, de su pequeñez y debilidad, de su dependencia. Y a su vez, la inquietud de su inteligencia apuntó a desentrañar las preguntas más acuciantes y los deseos más íntimos de su ser: un destino cierto y seguro, una realidad que colme sus expectativas, el logro de la felicidad. En definitiva una Salvación de dimensiones cósmicas, muy superior a los paliativos modernos, remedos minúsculos del ansia infinita del espíritu, aspirinas para calmar el dolor sin límite de la salvación perdida a cambio de promesas de una ilusoria justicia social, civilización del confort o beneficios para todos. Placebos mucho más maliciosos y peligrosos que el "opio del pueblo", que fue el nombre que aplicara Marx a esa realidad intuida por los hombres desde el principio como remedio único a sus problemas propiamente humanos: la religión.
Es por eso que desde que el hombre se expresa plásticamente, es decir "plasma" sus inquietudes, lo que manifiesta es el sentido del misterio que expresa con lo que tiene a mano, con el medio de expresión que su cultura le permite. No le preocupa reproducir seres de su entorno en cuanto tales, ni historias para comunicar noticias, ese es un interés moderno de lo que llamamos hoy ciencia, que tuvo que pasar primero por la abstracción del positivismo para imponerse. Lo que nuestros antecesores querían era expresar sus inquietudes, sus miedos y sus esperanzas de modo tal que les alcanzara el favor de las fuerzas que gobiernan el cosmos. Querían invocar, agradar y venerar a la divinidad. Su intención no era profana, eso es un desarrollo moderno que adquiere carta de ciudadanía a partir de Galileo. De forma inmediata o mediata su intención fue siempre sagrada, e. d. separada de lo cotidiano y enfocada en lo primario o "primordial".
Por eso es que llamamos materialista al mundo moderno; pero mientras el espíritu fue lo que rigió los caminos del hombre, el arte fue en mayor o menor medida religioso, tanto en Egipto como en Grecia y Roma, y desde las misteriosas representaciones rupestres hasta las aztecas o mayas o el primitivo Kmehr.
Cuando con el cristianismo el misterio se llenó de sentido, de Logos, el arte se multiplicó y perfeccionó para expresarlo, pero no cambió su intención. Adquirió las formas con que lo conocemos, que con el devenir moderno se fueron separando de sus Objetos originales. Así fue que el arte religioso se convirtió en una especialidad diferente de las profanas.
En una u otra oportunidad y con una u otra intención, muchos artistas argentinos incursionaron en el género para mostrar capillas típicas o manifestaciones populares de fe, incluso para manifestar ocasionalmente su devoción, pero pocos han cultivado el género de una manera consistente y persistente según los cánones tradicionales. Habiendo incursionado en sus muestras en esos sentidos genéricamente religiosos, EGA ha querido en esta oportunidad poner a consideración de la comunidad el Arte Sacro en este último y estricto sentido, a saber: Aquello que constituye expresiones artísticas que no sólo podrían tener su lugar en el templo, sino propiamente ser objeto de la devoción de los fieles. La representación de Jesucristo, su Madre Inmaculada, los santos, y los misterios de nuestra Fe.
Para ello ha reunido manifestaciones de quienes lo hicieron con intención explícita: Fray Guillermo Butler, Norah Borges, Horacio Butler, Ballester Peña, Aquiles Badi, Walter Gavito, Jorge Larco, Francesco Parisi, Francisco Vidal, Pedro Outerelo, así como obras selectas de aquellos que oportunamente lo cultivaron como Stephen Koek Koek, Domínguez Neira, Mariette Lydis, Lola Frexas, Eugenio Daneri, Gastón Jarry y otros.
En Noviembre del año pasado, EGA presentó la primera parte de este díptico de Arte Sacro Argentino con una muestra centrada en los misterios de la Navidad, guiados por el encantador cuadro de Fray Guillermo Butler sobre la Sagrada Familia; cuatro meses después tiene lugar la segunda parte, centrada en los misterios de la Pascua del Señor.
Pues bien, desde que el espíritu alentó en el hombre y mientras éste mantuvo el sentido común, le fue clara la conciencia de su indigencia, de su pequeñez y debilidad, de su dependencia. Y a su vez, la inquietud de su inteligencia apuntó a desentrañar las preguntas más acuciantes y los deseos más íntimos de su ser: un destino cierto y seguro, una realidad que colme sus expectativas, el logro de la felicidad. En definitiva una Salvación de dimensiones cósmicas, muy superior a los paliativos modernos, remedos minúsculos del ansia infinita del espíritu, aspirinas para calmar el dolor sin límite de la salvación perdida a cambio de promesas de una ilusoria justicia social, civilización del confort o beneficios para todos. Placebos mucho más maliciosos y peligrosos que el "opio del pueblo", que fue el nombre que aplicara Marx a esa realidad intuida por los hombres desde el principio como remedio único a sus problemas propiamente humanos: la religión.
Es por eso que desde que el hombre se expresa plásticamente, es decir "plasma" sus inquietudes, lo que manifiesta es el sentido del misterio que expresa con lo que tiene a mano, con el medio de expresión que su cultura le permite. No le preocupa reproducir seres de su entorno en cuanto tales, ni historias para comunicar noticias, ese es un interés moderno de lo que llamamos hoy ciencia, que tuvo que pasar primero por la abstracción del positivismo para imponerse. Lo que nuestros antecesores querían era expresar sus inquietudes, sus miedos y sus esperanzas de modo tal que les alcanzara el favor de las fuerzas que gobiernan el cosmos. Querían invocar, agradar y venerar a la divinidad. Su intención no era profana, eso es un desarrollo moderno que adquiere carta de ciudadanía a partir de Galileo. De forma inmediata o mediata su intención fue siempre sagrada, e. d. separada de lo cotidiano y enfocada en lo primario o "primordial".
Por eso es que llamamos materialista al mundo moderno; pero mientras el espíritu fue lo que rigió los caminos del hombre, el arte fue en mayor o menor medida religioso, tanto en Egipto como en Grecia y Roma, y desde las misteriosas representaciones rupestres hasta las aztecas o mayas o el primitivo Kmehr.
Cuando con el cristianismo el misterio se llenó de sentido, de Logos, el arte se multiplicó y perfeccionó para expresarlo, pero no cambió su intención. Adquirió las formas con que lo conocemos, que con el devenir moderno se fueron separando de sus Objetos originales. Así fue que el arte religioso se convirtió en una especialidad diferente de las profanas.
En una u otra oportunidad y con una u otra intención, muchos artistas argentinos incursionaron en el género para mostrar capillas típicas o manifestaciones populares de fe, incluso para manifestar ocasionalmente su devoción, pero pocos han cultivado el género de una manera consistente y persistente según los cánones tradicionales. Habiendo incursionado en sus muestras en esos sentidos genéricamente religiosos, EGA ha querido en esta oportunidad poner a consideración de la comunidad el Arte Sacro en este último y estricto sentido, a saber: Aquello que constituye expresiones artísticas que no sólo podrían tener su lugar en el templo, sino propiamente ser objeto de la devoción de los fieles. La representación de Jesucristo, su Madre Inmaculada, los santos, y los misterios de nuestra Fe.
Para ello ha reunido manifestaciones de quienes lo hicieron con intención explícita: Fray Guillermo Butler, Norah Borges, Horacio Butler, Ballester Peña, Aquiles Badi, Walter Gavito, Jorge Larco, Francesco Parisi, Francisco Vidal, Pedro Outerelo, así como obras selectas de aquellos que oportunamente lo cultivaron como Stephen Koek Koek, Domínguez Neira, Mariette Lydis, Lola Frexas, Eugenio Daneri, Gastón Jarry y otros.
En Noviembre del año pasado, EGA presentó la primera parte de este díptico de Arte Sacro Argentino con una muestra centrada en los misterios de la Navidad, guiados por el encantador cuadro de Fray Guillermo Butler sobre la Sagrada Familia; cuatro meses después tiene lugar la segunda parte, centrada en los misterios de la Pascua del Señor.
Javier Bocci
Abril 2013